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1101 palabras 5 páginas Abenjacán el Bojarí, muerto en su laberinto Aquellos que en algún momento hayan leído algún libro, ensayo o cuento de Jorge Luis Borges, sabrán que uno de los conceptos al que recurre en una mayoría de sus textos es al laberinto. Figura literaria y fantástica capaz de sugerir tantas cosas jamás se ha conocido, para entender mejor el concepto de laberinto recurriremos al máximo organismo de la lengua española, la Real Academia Española, que define el laberinto como: "Lugar formado artificiosamente por calles y encrucijadas, para confundir a quien se adentre en él, de modo que no pueda acertar con la salida. ". En el cuento "Abenjacán el Bojarí, muerto en su laberinto", de "El Aleph", Borges vuelve a hacer del laberinto el personaje …ver más… El tercer y último argumento de Unwin es que la construcción del laberinto no era si no una manera de darle tiempo a Zaid de prepararse para el día en que llegara Abenjacán a cobrar su tesoro y matarlo vilmente, destrozando su rostro, para que nadie fuera capaz de reconocer al muerto, y esconderse, también detrás de los asesinatos del león y el esclavo, cuyas caras fueron borradas.
Zaid pensó matar a su primo, pero no lo logró así que huyó con el tesoro y el esclavo que los acompañaba. En Inglaterra construye un laberinto haciéndose pasar por Abenjacán y se esconde en su centro. Allí llega Abenjacán, atraído por el laberinto, y Zaid lo mata en el centro del mismo, borrándole la cara con una piedra, y haciendo lo mismo con el esclavo y el león.
Reisz de Rivarola, S. (1982). Borges: Teoría y práctica de la ficción fantástica. A propósito de "Abenjacán el Bojarí, muerto en su laberinto". Lexis, 6 (2), 161-202. Recuperado a partir de
Hará un cuarto de siglo, dijo Dunraven, que Abenjacán el Bojarí, caudillo o rey de no sé qué tribu nilótica, murió en la cámara central de esa casa a manos de su primo Zaid; al cabo del tiempo, las circunstancias de su muerte siguen oscuras. Unwin preguntó por qué, dócilmente. Por diversas razones, fue la respuesta, en primer lugar, esa casa es un laberinto, en segundo lugar, la vigilaban un esclavo y un león; en tercer lugar, se desvaneció un tesoro secreto, en cuarto lugar, el asesino estaba muerto cuando el asesinato ocurrió, en quinto lugar, Unwin, cansado, lo detuvo. No multipliques los misterios, le dijo; estos deben ser simples, recuerda la carta robada de Poe, recuerda el cuarto cerrado de Zangwill. O complejos, replicó Dunraven, recuerda el universo.
Advirtió, al otro día, que ya había zarpado el velero (rumbo a Suakin en el Mar Rojo, se averiguó después). Reflexionó que su deber era comprobar la muerte del esclavo y se dirigió al laberinto. El jadeante relato del Bojarí le pareció fantástico, pero en un recodo de las galerías dio con el león, y el león estaba muerto, y en otro, con el esclavo, que estaba muerto, y en la cámara central con el Bojarí, a quien le habían destrozado la cara. A los pies del hombre había un arca taraceada de nácar; alguien había forzado la cerradura y no quedaba ni una sola moneda. Los períodos finales, agravados de pausas oratorias, querían ser elocuentes; Unwin adivinó que Dunraven los había emitido muchas veces, con idéntico aplomo y con idéntica ineficacia. Preguntó, para simular interés: – ¿Cómo murieron el león y el esclavo? La incorregible voz contestó con sombría satisfacción: – También les había destrozado la cara. Al ruido de los pasos se agregó el ruido de la lluvia. Unwin pensó que tendrían que dormir en el laberinto, en la cámara central del relato, y que en el recuerdo esa larga incomodidad sería una aventura.
Guardó silencio: Dunraven no pudo contenerse y le preguntó, como quien no perdona una deuda: – ¿No es inexplicable esta historia? Unwin le respondió, como si pensara en voz alta: – No sé si es explicable o inexplicable. Sé que es mentira. Dunraven prorrumpió en malas palabras e invocó el testimonio del hijo mayor del rector (Allaby, parece, había muerto) y de todos los vecinos de Pentreath. No menos atónito que Dunraven, Unwin se disculpó. El tiempo, en la oscuridad, parecía más largo; los dos temieron haber extraviado el camino y estaban muy cansados cuando una tenue claridad superior les mostró los peldaños iniciales de una angosta escalera. Subieron y llegaron a una ruinosa habitación redonda. Dos signos perduraban del tenor del malhadado rey: una estrecha ventana que dominaba los páramos y el mar y en el suelo una trampa que se abría sobre la curva de la escalera. La habitación, aunque espaciosa, tenía mucho de celda carcelaria. Menos instados por la lluvia que por el afán de vivir para la rememoración y la anécdota, los amigos hicieron noche en el laberinto.
¿SOS DOCENTE? ¿QUERÉS COMPARTIR UNA NOCHE DE VINO, MÚSICA Y VARIETÉ TEATRAL? a) Reponé el marco del relato (época, lugar y personajes). b) ¿Qué oficio tienen los amigos? c) ¿Cómo se vinculan los personajes con Abenjacán El Bojarí? d) ¿Cuál es el misterio que ronda su muerte? e) ¿Desde cuándo conocía Dunraven a Abenjacán El Bojarí? f) ¿Qué incidente tiene Abenjacán El Bojarí con el rector? g) ¿Cómo hizo Abenjacán su fortuna? h) ¿Por qué mandó a construir su laberinto? i) ¿A qué baja periódicamente el esclavo al puerto? j) ¿Qué ocurre luego de la llegada del Rose of Sharon? k) ¿Cómo reacciona Abenjacán El Bojarí en esa ocasión? l) ¿Qué le sorprende a Allaby? m) ¿Qué descubre cuando decide ir a investigar al laberinto? n) ¿Dónde le cuenta la historia Dunraven a Unwin? o) ¿Por qué sostiene –con razón- que el laberinto era una forma insensata de ocultarse? p) ¿Qué cosa no le cierra de la noche en que el visir duerme y el rey no? q) ¿Cómo debieron haber sido los hechos realmente en opinión de Unwin?
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